20 de Junio - Día de la Bandera Argentina

miércoles, 15 de agosto de 2012

UNA TARDE DE VERANO EN LA GRAND RUE 105 - Homenaje en el aniversario de la muerte del General San Martín, por Carlos Horacio Bruzera

General Don José de San Martín

                        UNA TARDE DE VERANO EN LA GRAND RUE 105

17 de agosto de 1850, a las 3 de la tarde, hora de Francia, a orillas del Canal de la Mancha, en la ciudad de Boulogne – Sur – Mer, en el departamento de Pas de Calais, en la República de Francia, moría el general José de San Martín, a orillas del mar, como queriendo volver.
El Libertador, ante los disturbios provocados por la Revolución de París, que instaurarían la Segunda República, busco distancia con su familia.
Debió ser doloroso para el general dejar, alejarse de su querida finca de Grand Bourg, situada a 7 kilómetros de París sobre el Sena, donde había pasado hermosos días de  bucólica serenidad  rodeado de sus hijos, sus dos nietas y su perrito “Guayaquil”.
Así, vigilante de la seguridad familiar, el  16 de marzo de 1848, la familia San Martín de instaló en Boulogne – Sur – Mer. 
Vendería Grand Bourg convencido  de no regresar, curiosamente, el 14 de agosto de 1849.
La familia alquiló los altos de la casa situada  en la Grand Rue, número 105, propiedad del abogado Alfred Gérad , quien se desempeñaba como director de la Biblioteca Pública de la ciudad, y que habitaba la planta baja del edificio.
San Martín y Gérad, cultivaron una amistosa relación, hilvanada por la afición mutua a los libros.
A principios de junio viajó para pasar  una temporada, a las termas de Enghien, en cercanías de Paris, tratando de hallar  alguna mejoría en sus males.
Algo repuesto, el viejo general regresó a Boulogne – Sur – Mer a fines de julio.
C´est l´orage qui mene au port.
Comenzaba “la tempestad  que lleva al Puerto”, según anunciara el mismo el 6 de agosto.
Rodeado de Mercedes, su yerno, nietas, de su médico el doctor Jordan, el viejo guerrero expiró ese día de verano, de agosto de 1850, a las 15 horas de París.
El abate Haffreingue prodigó a la enlutada familla sus benévolas atenciones.
El cadáver fue embalsamado y permaneció en la Grand Rue hasta el 20. Ese día, a las 6 de la mañana, partió el pequeño cortejo que se dirigió en primer lugar a la iglesia barrial de San Nicolás, donde se ofició un responso.
Continuó la procesión hasta llegar a la basílica de Notre Dame de Boulogne, donde lo esperaba el abate Haffreingue, quien luego de una bendición póstuma, condujo el cortejo hasta la cripta, donde gracias a su intervención,  reposaría inicialmente  en la capilla de la misma el cuerpo  del Libertador.
La iglesia donde descansaría por espacio de 11 años el señor de San Martín, era para la época, un templo en construcción, en estilo renacentista, edificado por iniciativa de mismo  abate, sobre los ruinas de una iglesia medieval, al llamado de un imperativo  de fe que el religioso dijo haber recibido.
Lograda la aprobación episcopal, se inició la reconstrucción en 1827,  finalizando la misma  en 1879,  por lo que estaba  a medio construir al momento del deceso del Libertador.
Allí permaneció el cuerpo de San Martín hasta 1861.
Ese año, fallecía  su nieta primogénita, Mercedes,  en Brunoy.
Fue deseo de la familia Balcarce que la joven y el general unieran sus memorias en un  panteón familiar que se construyó en el cementerio de Brunoy,  pequeña población de la Isla de Francia.

A los dos días de la muerte de José de San Martín. Gérad publicó en el diario “L´Impartial”, un artículo necrológico en el que decía:
El señor de San Martín era un lindo anciano de elevada estatura, que ni la edad, ni la fatiga, ni los dolores físicos habían podido doblegar. Sus rasgos fisonómicos eran muy expresivos y simpáticos, su mirada viva y penetrante, sus modales llenos de afabilidad. Su conversación, fácil y jovial, era una de las más atractivas que he conocido.
En Buenos Aires, la noticia  de la muerte del general José de San Martín, llegó el 4 de noviembre de 1850.
El escrupuloso José Manuel Beruti anota en sus “Memorias”:
En el “Diario de Avisos” del 4 de noviembre de 1850 de Buenos Aires,  día lunes, dice lo siguiente: “don José de San Martín murió en una ciudad de Francia el 17 de agosto. El vencedor de Chacabuco y Maipú, el héroe que escaló los Andes y asomó su rostro guerrero para llevar su enseña de independencia  a las repúblicas del Pacífico, duerme en la tumba ya. Esa existencia que no pudo extinguir el peligro del combate, se dobló tranquila ante el soplo irresistible del destino. El árbol robusto que produjo frutos sabrosos para los pueblos libres se tornó en encina que derribó la suave brisa, carcomida ya por el tiempo. Las nobles reliquias del héroe descansan embalsamadas por los laureles que llevan al sepulcro y cubiertas por la gloriosa bandera de Pizarro”
A orillas del mar que distanciaba su destino, instantes antes de morir y dirigiéndose a su hija Mercedes, confesó su cansancio y  adelantó su única y gloriosa  derrota:
Esta es la fatiga de la muerte.
Ocurrió una tarde de verano, en el 105, de la Grand Rue.



                                               Miércoles 15 de agosto de 2012, en Buenos Aires.
                                                      
                                                                        Carlos Horacio Bruzera                                                                                                                          



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